miércoles, 7 de enero de 2009

Obreros y empresarios no son enemigos por naturaleza

El empresario NO ES un enemigo al que hay que eliminar por el hecho de estar situado en el lugar más alto de una empresa, como proponen los comunistas.

El empresario NO ES un enemigo SI ACTÚA EN BENEFICIO de la nación, es decir, de sus compatriotas.


Si el empresario actúa en beneficio propio o de intereses extranjeros (sean capitalistas o trabajadores extranjeros), en ese caso, SÍ que es un enemigo.

ÉL DA TRABAJO a sus trabajadores. Él sin sus trabajadores no es nadie, pero los trabajadores sin él, tampoco. Él necesita de nosotros y a la inversa.


Si el empresario ha obtenido sus riquezas y su maquinaria por medios moralmente lícitos, ya sea por su ingenio o por su sacrificio, NO HAY NADA reprochable en ello.

El empresario, no deja de ser un trabajador por el hecho de no desarrollar un trabajo manual. Trabajadores son tanto aquellos que trabajan con el intelecto como los que trabajan con sus manos. Los únicos que no son trabajadores son todos los parásitos que se enriquecen a costa de los trabajadores, es decir, de la nación, sin dar nada a cambio. Ejemplo de ello son todos los usureros y especuladores de todo tipo.

Obreros y empresarios no son enemigos irreconciliables, como propone el Marxismo. Todos ellos son hijos de la nación, en cuanto trabajen por el bien común de todos los Españoles.

Todo individuo que se aproveche del trabajo de sus compatriotas sin dar nada a cambio, no pertenece a la Nación, se trate de un empresario o de un obrero.

Empresarios y obreros deben mantener buenas relaciones por el bien de todos –el bien común-, porque todos ellos, a pesar de ocupar diferentes escalones en la jerarquía económica, dependen unos de otros.

Y todos, por descontado, forman parte de la Nación, a la cuál se deben.

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